Leyendo el libro de Michael Zielenziger, Shutting out the sun. How Japan created its own lost generation, uno de los primeros aspectos que se examinan es la condición del hikikomori, los hombres jóvenes que se encierran con llave en sus cuartos para encontrar un pequeño solaz en una de las sociedades más grandes y pobladas. Después de entrevistarse con varios de ellos, con sus padres y cuidadores, y con el afán de encontrar alguna explicación en sus historias trágicas para el bloqueo social contemporáneo de Japón, el autor piensa y especula que la propia estrategia de supervivencia de Japón puede parecerse a la de los hikikomori, ellos se niegan al entorno y no logran la madurez necesaria para adaptarse al medio. Es decir, cierran la puerta y dejan el sol afuera.
Actualmente, en Japón, se estima que existen un millón doscientos mil hombres y muchachos que han escogido retirarse completamente de la sociedad. Estos solitarios se esconden en sus casas durante meses o años, negándose a dejar las paredes proteccionistas de sus dormitorios. Algunos de ellos están tan asustados como niños pequeños abandonados en un bosque oscuro. Enclaustrados por decisión propia pasan sus días jugando con sus consolas de videojuegos. Unos pocos -se estima que el 10 por ciento- son adictos al Internet. Muchos sólo leen libros, mangas o se pasan bebiendo cerveza y shochu. Otros no hacen nada durante semanas. Son incapaces de trabajar, asistir a la escuela o actuar recíprocamente con los extraños. Estos hombres -el 80 por ciento de hikikomori son varones- no pueden diagnosticarse como esquizofrénicos o deficientes mentales. Ellos no son depresivos o psicópatas; ni tampoco son el agorafóbico clásico que teme a los espacios públicos y abiertos. Generalmente cuando los siquiatras evalúan a estos hikikomori usando el Diagnóstico y el Manual Estadístico, o DSM IV, la guía normal que se usó en el Occidente para diagnosticar los desórdenes mentales, se dan cuenta que sus síntomas no pueden atribuirse a cualquier dolencia siquiátrica conocida. En cambio, los siquiatras japoneses dicen que el hikikomori es un desorden social que sólo recientemente ha sido observado, y que eso no puede encontrarse dentro de otras culturas. Hay un gran misterio atado a esta patología, uno que despierta la curiosidad de alguien que espera sondear la condición del Japón moderno.
Conozco dos mangas que se publican sobre esta patología, uno se llama NHK ni Yōkoso!, en el cual se presenta un intento de terapia y solución a esta aflicción y el otro Sayonara zetsubou sensei que trata de una estudiante hikikomori, ambos reflejan lo que es la vida de un Hikikomori.
Actualmente, en Japón, se estima que existen un millón doscientos mil hombres y muchachos que han escogido retirarse completamente de la sociedad. Estos solitarios se esconden en sus casas durante meses o años, negándose a dejar las paredes proteccionistas de sus dormitorios. Algunos de ellos están tan asustados como niños pequeños abandonados en un bosque oscuro. Enclaustrados por decisión propia pasan sus días jugando con sus consolas de videojuegos. Unos pocos -se estima que el 10 por ciento- son adictos al Internet. Muchos sólo leen libros, mangas o se pasan bebiendo cerveza y shochu. Otros no hacen nada durante semanas. Son incapaces de trabajar, asistir a la escuela o actuar recíprocamente con los extraños. Estos hombres -el 80 por ciento de hikikomori son varones- no pueden diagnosticarse como esquizofrénicos o deficientes mentales. Ellos no son depresivos o psicópatas; ni tampoco son el agorafóbico clásico que teme a los espacios públicos y abiertos. Generalmente cuando los siquiatras evalúan a estos hikikomori usando el Diagnóstico y el Manual Estadístico, o DSM IV, la guía normal que se usó en el Occidente para diagnosticar los desórdenes mentales, se dan cuenta que sus síntomas no pueden atribuirse a cualquier dolencia siquiátrica conocida. En cambio, los siquiatras japoneses dicen que el hikikomori es un desorden social que sólo recientemente ha sido observado, y que eso no puede encontrarse dentro de otras culturas. Hay un gran misterio atado a esta patología, uno que despierta la curiosidad de alguien que espera sondear la condición del Japón moderno.
Conozco dos mangas que se publican sobre esta patología, uno se llama NHK ni Yōkoso!, en el cual se presenta un intento de terapia y solución a esta aflicción y el otro Sayonara zetsubou sensei que trata de una estudiante hikikomori, ambos reflejan lo que es la vida de un Hikikomori.
Zielenziger, Michael. Shutting out the sun. How Japan created its own lost generation, Firts Vintage Departures Edition, EE. UU., 2007. 340 págs.
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