domingo, 4 de mayo de 2014

Grulla del oeste


Esta revista que compré hace años en una librería de Osaka la encontré ordenando mis libros.  Recordé que había escrito una reseña publicada en El Mercurio, gracias a los oficios de mi amigo Pedro la rescaté.

HISTORIAS HOMOSEXUALES
JAPÓN A FINES DEL SIGLO XVII


En su libro "El gran espejo del amor entre hombres", Saikaku afirma: "Amar a un muchacho puede ser como un sueño que no hemos tenido siquiera tiempo de soñar".

Milton Aguilar

Para muchos en nuestro país occidentalizado y homofóbico resultará sorprendente la existencia en Japón, desde tiempos remotos, de una tradición vibrante y no estigmatizada del amor masculino. Se dice que por primera vez en el monte Koya - lugar de los templos de la secta budista Shingon, fundada en 816 por Kobo Dashi- se practicó la homosexualidad masculina entre los monjes y sus jovencitos asistentes. Pero fue en la era Genroku (1688-1703), periodo de máximo desarrollo de la cultura urbana de la clase chonin (comerciantes), donde las relaciones amorosas entre hombres alcanzaron gran tolerancia. De esta época (1687) es Nanshoku okagami (El gran espejo del amor entre hombres), de Ihara Saikaku (Grulla del Oeste), un libro extraordinario, un clásico de la literatura japonesa que nos permite comprender mejor aquella sociedad próspera y de riqueza canalizada hacia el ocio y la diversión, en lo que se conoce como el "mundo flotante", bohemia artística de larga vida en la historia de Japón (retratada en su fase tardía, a comienzos del siglo veinte, por Kazuo Ishiguro en la novela Un artista del mundo flotante, de 1986).

Samurái, actores y monjes

Son cuarenta historias de amor desgraciado que se entrelazan entre sí, con un tono emotivo y sensual. Los primeros veinte relatos tratan del amor romántico entre los samurái con una visión nostálgica e idealizada, se describen estas relaciones como un verdadero matrimonio - un notable vínculo kármico- con intercambio de promesas de fidelidad y lealtad puestas por escrito; destacan las referencias a la incertidumbre y a la casualidad del destino de los amantes: la máxima prueba de amor de una relación entre samurái era el seppuku, un complejo ritual de suicidio.

Los veinte capítulos de la segunda parte recrean el ambiente del wakashu kabuki en el que los jóvenes actores - y a veces no tanto- se prostituían; el distrito teatral era el lugar permitido para que los hombres buscaran placer, todos los actores que nombra Saikaku existieron y fueron famosos en su época: por ejemplo, Tamamura Shuzen que cuando interpretaba papeles de mujer, volvía locos a los hombres de deseo y era sumamente talentoso en los modos del amor por los muchachos.

Estas historias confirman un mercado literario, un público lector: los comerciantes y la burguesía necesitaban recrearse en lecturas en que reconocían a personajes del entorno. Saikaku, que nació en Osaka (1642-1693) - su tumba cerca de Uehommachi siempre tiene flores- y fue un activo participante y testigo de las diversiones en los barrios de placer - Kioto, Osaka y Edo- , se transforma, así, en el cronista de los acontecimientos de su época. Ficcionaliza los eventos con sutiles referencias a la vida, pero con una ironía y humor que desenmascara conductas estereotipadas de un mundo de convenciones. No es casual esta actitud, ya que en los ambientes prostibularios o en los teatros populares era común mofarse de la reglas rígidas y de las costumbres de la corte o de leyes restrictivas respecto a la moral. Es un espejo en el sentido de mostrar o reflejar una época desde su propia perspectiva: "He intentado reflejar en este 'gran espejo' (tiene una delicada connotación erótica) todas las variadas manifestaciones del amor entre hombres". También afirma: "El amor por los muchachos es algo profundo,... apunté todo lo que había visto, oído, sentido o aprendido sobre los extraordinarios placeres del amor entre hombres en mis 42 años de viajes por estas tierras".

Crítica acerada y mordaz

En los relatos de Saikaku encontramos recurrentes comprobaciones morales; reflexiones reiteradas y de alcance muy generalizado - permanentemente incorpora o inserta comentarios sobre los acontecimientos de la época- ; enumeraciones y descripciones pormenorizadas; una preponderante inclinación por los aspectos extravagantes de la vida humana, y la distancia que en su papel de narrador toma ante ellos.

Nanshoku okagami es una crítica acerada y mordaz al mundo flotante de su tiempo, que valora el falso amor más que el verdadero, lo material por encima de lo espiritual. Quizás sea esta devaluación de lo valioso y la elevación de lo insignificante lo que marca el tono desencantado de Saikaku cuando dice que en sus 27 años como "devoto del amor por los hombres" ha amado a todo tipo de muchachos. Y que de todos ellos, con muy pocos compartió un sentido del honor y del orgullo masculino.

Viernes, 22 de Octubre de 2004
El Mercurio,
Revista de Libros, página 11.


El gran espejo del amor entre hombres. Ihara Saikaku. Interzona editora, Buenos Aires, 2003, 349 páginas. Editorial Shinchosha, 1991.