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Esta revista que compré hace años en una librería de Osaka la encontré ordenando mis libros. Recordé que había escrito una reseña publicada en El Mercurio, gracias a los oficios de mi amigo Pedro la rescaté. |
HISTORIAS HOMOSEXUALES
JAPÓN A FINES DEL SIGLO XVII
En su libro "El gran espejo
del amor entre hombres", Saikaku afirma: "Amar a un muchacho puede
ser como un sueño que no hemos tenido siquiera tiempo de soñar".
Milton Aguilar
Para muchos en nuestro país
occidentalizado y homofóbico resultará sorprendente la existencia en Japón,
desde tiempos remotos, de una tradición vibrante y no estigmatizada del amor
masculino. Se dice que por primera vez en el monte Koya - lugar de los templos
de la secta budista Shingon, fundada en 816 por Kobo Dashi- se practicó la
homosexualidad masculina entre los monjes y sus jovencitos asistentes. Pero fue
en la era Genroku (1688-1703), periodo de máximo desarrollo de la cultura
urbana de la clase chonin (comerciantes), donde las relaciones amorosas entre
hombres alcanzaron gran tolerancia. De esta época (1687) es Nanshoku okagami
(El gran espejo del amor entre hombres), de Ihara Saikaku (Grulla del Oeste),
un libro extraordinario, un clásico de la literatura japonesa que nos permite
comprender mejor aquella sociedad próspera y de riqueza canalizada hacia el
ocio y la diversión, en lo que se conoce como el "mundo flotante",
bohemia artística de larga vida en la historia de Japón (retratada en su fase
tardía, a comienzos del siglo veinte, por Kazuo Ishiguro en la novela Un
artista del mundo flotante, de 1986).
Samurái, actores y monjes
Son cuarenta historias de amor
desgraciado que se entrelazan entre sí, con un tono emotivo y sensual. Los
primeros veinte relatos tratan del amor romántico entre los samurái con una
visión nostálgica e idealizada, se describen estas relaciones como un verdadero
matrimonio - un notable vínculo kármico- con intercambio de promesas de
fidelidad y lealtad puestas por escrito; destacan las referencias a la
incertidumbre y a la casualidad del destino de los amantes: la máxima prueba de
amor de una relación entre samurái era el seppuku, un complejo ritual de
suicidio.
Los veinte capítulos de la
segunda parte recrean el ambiente del wakashu kabuki en el que los jóvenes
actores - y a veces no tanto- se prostituían; el distrito teatral era el lugar
permitido para que los hombres buscaran placer, todos los actores que nombra
Saikaku existieron y fueron famosos en su época: por ejemplo, Tamamura Shuzen
que cuando interpretaba papeles de mujer, volvía locos a los hombres de deseo y
era sumamente talentoso en los modos del amor por los muchachos.
Estas historias confirman un
mercado literario, un público lector: los comerciantes y la burguesía
necesitaban recrearse en lecturas en que reconocían a personajes del entorno.
Saikaku, que nació en Osaka (1642-1693) - su tumba cerca de Uehommachi siempre
tiene flores- y fue un activo participante y testigo de las diversiones en los
barrios de placer - Kioto, Osaka y Edo- , se transforma, así, en el cronista de
los acontecimientos de su época. Ficcionaliza los eventos con sutiles referencias
a la vida, pero con una ironía y humor que desenmascara conductas
estereotipadas de un mundo de convenciones. No es casual esta actitud, ya que
en los ambientes prostibularios o en los teatros populares era común mofarse de
la reglas rígidas y de las costumbres de la corte o de leyes restrictivas
respecto a la moral. Es un espejo en el sentido de mostrar o reflejar una época
desde su propia perspectiva: "He intentado reflejar en este 'gran espejo'
(tiene una delicada connotación erótica) todas las variadas manifestaciones del
amor entre hombres". También afirma: "El amor por los muchachos es
algo profundo,... apunté todo lo que había visto, oído, sentido o aprendido
sobre los extraordinarios placeres del amor entre hombres en mis 42 años de
viajes por estas tierras".
Crítica acerada y mordaz
En los relatos de Saikaku
encontramos recurrentes comprobaciones morales; reflexiones reiteradas y de
alcance muy generalizado - permanentemente incorpora o inserta comentarios
sobre los acontecimientos de la época- ; enumeraciones y descripciones
pormenorizadas; una preponderante inclinación por los aspectos extravagantes de
la vida humana, y la distancia que en su papel de narrador toma ante ellos.
Nanshoku okagami es una crítica
acerada y mordaz al mundo flotante de su tiempo, que valora el falso amor más
que el verdadero, lo material por encima de lo espiritual. Quizás sea esta
devaluación de lo valioso y la elevación de lo insignificante lo que marca el
tono desencantado de Saikaku cuando dice que en sus 27 años como "devoto
del amor por los hombres" ha amado a todo tipo de muchachos. Y que de
todos ellos, con muy pocos compartió un sentido del honor y del orgullo
masculino.
Viernes, 22 de Octubre de 2004
El Mercurio,
El gran espejo del amor entre
hombres. Ihara Saikaku. Interzona editora, Buenos Aires,
2003, 349 páginas. Editorial Shinchosha, 1991.
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