El tercer lugar que visité para admirar las hojas rojas de otoño fue Jingo-ji (El Templo de la Sagrada Protección). Es uno de los principales de la secta Shingon Koyasan. Este templo budista se dice que fue fundado en el año 781 como uno de los cinco templos en la zona de Atago con el nombre de Takaosan-ji. En el 824, Wake-no-Kiyomaro (733-799), un oficial de alto rango de la corte, trajo otro templo de la actual prefectura de Osaka y lo fusionó con el templo original. Llamó a este templo combinado Jingokokusoshingon-ji, que significa “el templo de Shingon para la protección divina del país”. Kukai (774-835), Kobo Daishi, el fundador de la secta Shingon en Japón, fue el abad, asignado como el sacerdote principal. El recinto fue decayendo gradualmente, hasta que fue restaurado en el siglo XVI por Toyotomi Hideyoshi y, luego, por la familia Tokugawa.
En el Salón principal se encuentra una estatua de pie de la divinidad budista Yakushi Nyorai (un Tesoro Nacional) y es uno de los muchos bienes culturales importantes en poder del templo. Numerosas estatuas, pinturas y escritos de los períodos Heian y Kamakura están aquí. También es un lugar muy popular para ver el hermoso follaje de otoño.
Una importante razón para el traslado de la capital de Nara a Kioto en 794, era alejarse del budismo en Nara que estaba entrometiéndose en la política. Kyoto fue creada como una ciudad sin templos dentro de sus muros. Los templos más cercanos, Toji y Saiji, estaban al oeste y el este, respectivamente, fuera de Rashomon, la puerta principal de la ciudad. Otros templos se crearon aún más lejos de los enredos mundanos, en las colinas que rodean a la ciudad: Enryakuji en el monte Hiei, Kuramadera en el monte Kurama, Daigoji en el monte Daigo y Jingoji en el monte Takao. En aquellos tiempos se demoraba medio día de viaje para llegar a ellos.
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