Mi amigo James me ha escrito estas líneas: “No sé si te has puesto a leer el mamotreto póstumo de Bolaño, pero es una obra de genio, a la altura de Moby Dick. Si no has empezado, te recomiendo que comiences leyéndote la segunda parte (la de Amalfitano) que seguro te llegará a lo más profundo del alma”. Así que en eso estoy, obedeciendo a mi amigo, aunque ya antes había leído partes de 2666, pues no estaba con ánimo ni ganas de leer y me molestaba la fiebre bolañitis, que se había desatado. En todo caso, lo que me interesa mostrar son los siguientes párrafos, pues hacen referencia a Japón:
“Aquella noche, mientras Liz Norton dormía, Pelletier recordó una tarde ya lejana en la que Espinoza y él vieron una película de terror en una habitación de un hotel alemán.
La película era japonesa y en una de las primeras escenas aparecían dos adolescentes. Una de ellas contaba una historia. La historia trataba de un niño que estaba pasando sus vacaciones en Kobe y que quería salir a la calle a jugar con sus amigos, justo a la hora en que daban por la tele su programa favorito. Así que el niño ponía una cinta de vídeo y lo dejaba listo para grabar el programa y luego salía a la calle. El problema entonces consistía en que el niño era de Tokio y en Tokio su programa se emitía en el canal 34, mientras que en Kobe el canal 34 estaba vacío, es decir era un canal en donde no se veía nada, sólo niebla televisiva.
Y cuando el niño, al volver de la calle, se sentaba delante del televisor y ponía el vídeo, en vez de su programa favorito veía a una mujer con la cara blanca que le decía que iba a morir.
Y nada más.
Y entonces llamaban por teléfono y el niño contestaba y oía la voz de la misma mujer que le preguntaba si acaso creía que aquello era una broma. Una semana después encontraban el cuerpo del niño en el jardín, muerto”. (págs. 48-49)
Roberto Bolaño. 2666, Anagrama, Barcelona, Primera edición en Compactos, 2008. 1125 págs.
La película era japonesa y en una de las primeras escenas aparecían dos adolescentes. Una de ellas contaba una historia. La historia trataba de un niño que estaba pasando sus vacaciones en Kobe y que quería salir a la calle a jugar con sus amigos, justo a la hora en que daban por la tele su programa favorito. Así que el niño ponía una cinta de vídeo y lo dejaba listo para grabar el programa y luego salía a la calle. El problema entonces consistía en que el niño era de Tokio y en Tokio su programa se emitía en el canal 34, mientras que en Kobe el canal 34 estaba vacío, es decir era un canal en donde no se veía nada, sólo niebla televisiva.
Y cuando el niño, al volver de la calle, se sentaba delante del televisor y ponía el vídeo, en vez de su programa favorito veía a una mujer con la cara blanca que le decía que iba a morir.
Y nada más.
Y entonces llamaban por teléfono y el niño contestaba y oía la voz de la misma mujer que le preguntaba si acaso creía que aquello era una broma. Una semana después encontraban el cuerpo del niño en el jardín, muerto”. (págs. 48-49)
Roberto Bolaño. 2666, Anagrama, Barcelona, Primera edición en Compactos, 2008. 1125 págs.
1 comentario:
Hay otra referencia a Japon, al menos que yo recuerde, en este libro. Aquella en la que Bolaño, por medio de uno de sus personajes, alude a esos criticos-poetas que dedican sus horas muertas a traducir poemas japoneses sin tener ni idea del idioma nippon. O era en otro libro?.
El segundo libro, o capitulo, es, por ahora, el que menos me intereso. Pero aun estoy en ello, y va para largo....
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