Esta revista que compré hace años en una librería de Osaka la encontré ordenando mis libros. Recordé que había escrito una reseña publicada en El Mercurio, gracias a los oficios de mi amigo Pedro la rescaté. |
domingo, 4 de mayo de 2014
Grulla del oeste
miércoles, 23 de marzo de 2011
Terremoto en Japón
Existen algunas sutiles coincidencias que a veces resultan premonitorias y es lo que me pasó días antes del desastre natural en Japón. En mis vacaciones decidí leer dos libros que se encuentran en la biblioteca de Kansai Gaidai. Una novela de Don Delillo, El hombre del salto, que trata de las consecuencias en los protagonistas del atentado a las torres gemelas, y un libro de crítica e interpretación, de Michael Seats, sobre Haruki Murakami. Me sorprendió en el libro de Seats, en la primera página del prefacio, la relación establecida entre los atentados terroristas y los desastres naturales, es una invitación a la reflexión en estos días en que el pueblo japonés se enfrenta a unos de los peores desastres desde la Segunda Guerra Mundial.
Transcribo mi traducción de la primera página del prefacio del libro de Michael Seats, perdón por los posibles errores…
“En enero del 2005 apareció, en una sección especial del periódico japonés Asahi Shinbun, un ensayo escrito por el novelista Haruki Murakami en conmemoración del Gran Terremoto de Hanshin ocurrido una década antes (1). En el artículo, Murakami relata sus propias respuestas emocionales a la catástrofe y vincula la experiencia muy personal del horror con las dimensiones más colectivas sufridas en guerras, desastres naturales y actos de terrorismo. El autor recuerda que en su visita a la escena de la desastrosa actuación de las tropas japonesas en Nomonhan (Mongolia) en 1939, por la noche se despierta por lo que él imagina que es un terremoto. Pronto se da cuenta, sin embargo, que ha experimentado algún tipo de "violenta convulsión personal". El conjetura que esto ha sido provocado por una internalización o identificación aguda e inconsciente al principio del miedo y el dolor de los miles que perdieron la vida -al parecer sin propósito-, en ese tramo de tierra yerma.
El viaje de Murakami al cementerio del campo de batalla de Nomonhan ya había sido representado en detalle algunos años antes en los ensayos y las fotos del libro Henkyo-Kinkyo (2). En la pieza corta conmemorativa en el periódico en que vuelve al "incidente" y en su representación en Nejimakidori kuronikuru (3) (Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (4)). Todo esto se yuxtapone con un deseo de dar cuenta de la conmoción que le han producido y como poco a poco se enteró de las catastróficas consecuencias del terremoto en su ciudad natal. Más adelante en el ensayo, Murakami ofrece otra comparación. Él recuerda cómo en la edición al inglés de Kami no wa kodomotachi Minna odoru (5) (cuentos en torno al tema del Terremoto de Hanshin) titulado Después del terremoto, (6), que se publicó en los Estados Unidos, posteriormente a los ataques terroristas en los Estados Unidos del 11 de septiembre 2001, llevó a los estadounidenses recientemente traumatizados a transmitirle su profunda empatía con las vidas devastadas representadas en estas historias. A partir de esto, Murakami llega a la conclusión que, en términos del enorme desafío en la recuperación emocional, los actos humanos de terror y los desastres naturales a gran escala parecen tener mucho en común.
En los últimos años, no sólo periodistas y escritores de ficción se han comprometido en estudiar la política del terror. Los filósofos también han mostrado su interés. Al igual que Murakami, Jean Baudrillard encuentra una semejanza entre el acto terrorista y la catástrofe natural, aunque por razones diferentes (7). Obviamente, hay una gran diferencia en las experiencias de las víctimas del terror y las catástrofes naturales, y los "testigos" de estos "eventos" a través de los medios de comunicación. Como señala Baudrillard, al cabo, la mayoría de la gente experimenta tales desastres como la simulación de un objeto del mundo en el que la representación parece haberse desvanecido y lo real se vuelve en indiferente a la diferencia y donde el terror y la naturaleza son vistos como malévolos y arbitrarios (8)”.
1. Murakami Haruki, "Jishin no ato de," in ‘Tokushu: hanshin daishinsai junen’, Asahi Shinbun, 17 January 2005, 12 (N).
2. Murakami Haruki, Henkyo-Kinkyo (Shinchôsha, 1998).
3. Murakami Haruki, Nejimakidori kuronikuru (Shinchôsha, 1994-95).
4. Murakami Haruki, The Wind-Up Bird Chronicle. Trans. Jay Rubin (London: Harvill, 1997).
5. Murakami Haruki, Kami no kodomotachi wa minna odoru (Shinchôsha, 2000).
6. Murakami Haruki, After the Quake, trans. Jay Rubin (London: Harvill, 2002).
7. See Jean Baudrillard, The Spirit of Terrorism, trans. Chris Turner (London: Verso, 2003), 98-99(fn).
8. See lean Baudrillard, The Illusion of the End, trans. Chris Turner (Cambridge: Polity Press, 1994), 81, 119.
Seats, Michael. Murakami Haruki. The simulacrum in contemporary japanese culture. Lexington Books, U.S.A., First Paperback Edition 2009. 364 págs.
Delillo, Don. El hombre del salto. Austral, Barcelona, 2010. 289 págs.
jueves, 23 de septiembre de 2010
Dostoyevski lee a Hegel
“Buñuel explicó el fin de la fe tradicional como una consecuencia de sus exageraciones relativas al infierno. El verdadero infierno, sin embargo, no es tan colorido como se presenta en los cuentos. Antes bien, parece natural, sensato, lógico. Como el mundo de Hegel al que Dostoyevski regresó desde Siberia. El único lugar al que podía ir. Libre de todo encanto. Cuando la plenitud del Ser, el Todo cósmico se reduce a un mundo técnicamente manipulable: eso es el infierno. No necesita diablos, ni lenguas de fuego, ni lagos de brea hirviente. Bastan el olvido y la ilusión de que la frontera del ser humano no es lo divino, sino lo palpable, y de que el caldo de cultivo del espíritu no es lo imposible, sino algo terriblemente racional y aburrido: lo posible”.
viernes, 18 de diciembre de 2009
El castillo de Hikone
Hikone se encuentra en la parte centro-oriental de Shiga y es un centro comercial y cultural en la orilla oriental del Lago Biwa. La ciudad ha sido un punto importante para el tráfico desde los primeros tiempos y se desarrolló como un castillo de la familia Ii. Esta familia desempeñó un papel activo en el shogunato Tokugawa, que se prolongó por más de 250 años.
El castillo de Hikone tiene como telón de fondo el Lago Biwa y es considerado como uno de los cuatro castillos del patrimonio nacional. Los otros son: el castillo de Inuyama, en Aichi; el castillo de Himeji, en Hyogo, y el castillo de Matsumoto en Nagano.
Además de la torre del castillo (sus tres pisos de tiza blanca son un símbolo de la ciudad) designada como tesoro nacional, hay otras torres que son importantes bienes culturales, como Tenbin-yagura, Taikomon-yagura y Nishinomaru-Sanju yagura; otros lugares históricos incluyen el Genkyu-en, un antiguo jardín de un señor feudal, que recrea el ambiente nostálgico de los días remotos.
La ciudad-castillo de Hikone todavía tiene una sensación de tiempos pasados, por ejemplo, las viejas casas de “ashigaru” (guerreros de clase baja) en el margen derecho del río Ashi, la calle Hana-Shobu (la calle de iris), junto con otras nuevas atracciones, como la reproducción de la calle del siglo 17, Yume Kyobashi, y la plaza Yonbancho , que están rodeadas por casas tradicionales y templos recrean la atmósfera de la era Taisho.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Luminarias de Kobe
Renge-ji
Visité el Renge-ji que está situado en la zona de Kami-Takano. El templo tiene las montañas de Kitayama detrás de él, y a la distancia se divisa el monte Hiei donde está el Enryaku-ji, el templo principal de la secta Tendai. Renge-ji, que pertenece a la secta, fue fundado en 1662 en la era Edo por Imaeda Chikayoshi, un antiguo vasallo del clan Maeda, de la Provincia de Kaga (actual Prefectura de Ishikawa).
Es un pequeño templo que muestra una tranquila elegancia. Dentro de la Sanmon, muchos arces se encuentran por todo el recinto, lo que crea la quietud y son muy bellos en la época del momiji. Cerca del Shoin (estudio) se extiende un jardín con un estanque en el que una piedra rara recrea el modelo de un barco que se llama Funaishi, o una nave de piedra. Es un excelente ejemplo de la época Edo (1603-1867) y fue diseñado por Jozan Ishikawa. Delante del Hondo, divisamos una única piedra en forma de linterna en el llamado estilo del Renge-ji. Se dice que muchos maestros de té en la era de Edo le tenían un gran cariño por su diseño peculiar.
El Hondo está construido bajo la influencia del estilo característico de la secta Obaku, que es una de las sectas zen. Como características notables se pueden ver, por ejemplo, un barril-piedra en la forma de un modelo de tambor japonés o detalles decorativos del techo hecho de un solo tablero de madera. En el techo había un dragón pintado por Kano Tanya, pero en la actualidad es una pintura restaurada por Nishimura Kocho. La imagen principal de este templo es la de Shaka Nyorai.
Las rocas y el musgo del jardín, junto con los árboles y arbustos individuales encontrados a un lado del edificio, se combinan para hacer de Renge-ji un lugar tranquilo, de gran simplicidad, donde abunda la paz y el equilibrio.
lunes, 14 de diciembre de 2009
Hanatouro en Arashiyama
Ayer visité el Hanatouro en una noche bastante agradable para caminar. El Kyoto Hanatouro es uno de los eventos modernos más populares a gran escala de la antigua capital. La ciudad de Kioto comenzó este evento en 2003 para promover el turismo en marzo, cuando los visitantes de Kyoto eran mucho menos de lo que la ciudad esperaba. “Hanatouro” o “Hanatoro” literalmente significa “camino de flores y de luz”. En este evento se colocan miles de farolillos a lo largo de rutas seleccionadas en Higashiyama de Sanjo a Gojo. Además, se muestran arreglos de flores en el parque Maruyama-koen y los templos y santuarios en estas fechas iluminan sus edificios y árboles.
En el entorno relajado del distrito de Arashiyama en el lado oeste de Kioto, también se celebra el Hanatouro en diciembre. La ruta de 5 kilómetros se llena con 2.600 lámparas elaboradas con los materiales (cerámica, cedro, piedra, bambú, etc.) y las tradiciones artesanales de Kyoto. En la caminata uno se puede encontrar en diversos lugares con exhibiciones de flores de enormes ikebana. La combinación de las luces de las linternas y los arreglos florales constituyen una grata y bella experiencia que todos los turistas japoneses y extranjeros disfrutan al máximo.
El área de Arashiyama en el oeste de Kyoto ha sido considerada desde el periodo Heian como un lugar de gran belleza y de desarrollo cultural y artístico. Las montañas como telón de fondo y las aguas que fluyen del río Oi, cruzado por el elegante Puente Togetsukyo, se combinan para crear uno de los espacios escénicos más bellos y famosos en Japón.