miércoles, 14 de mayo de 2008

El arte de Kyosai

El fin de semana pasado fui al Museo Internacional del Manga en Kyoto a observar la exposición de Kawanabe Kyōsai (河鍋暁斎 Koga, prefectura de Ibaraki, 1837 – 1889). Este gran artista vivió durante la transición de la Era Edo a la Era Meiji, y fue testigo de la transformación de Japón de un estado feudal a un estado moderno; hecho que plasmó a través de caricaturas satíricas de carácter político. Estudió a una edad temprana bajo la tutela de Kuniyoshi Utagawa y después fue un aventajado alumno de la escuela Kano, pero adoptó su propia manera independiente en sus pinturas. Esencialmente es un pintor nacionalista. Aunque él era consciente y tenía gran conocimiento del arte occidental no sucumbió, como tantos de sus contemporáneos, a las lisonjas de estilos extranjeros que llegaron con la apertura Meiji. Fue uno de los últimos grandes pintores en la tradición verdaderamente japonesa. Se le reprocha su exuberancia: a pesar de que él pinta vigorosamente con un cepillo lleno, su inmensa bravura y habilidad a veces termina predominando. Pero esta misma impetuosidad y atrevimiento se usa con más mesura en los bocetos más pequeños y en los dibujos y ellos siempre han sido reconocidos y alabados por los críticos y estudiosos de arte occidentales. Kyosai, debido a su personalidad, sus excentricidades y su amor por el sake era una leyenda en vida. La mezcla de las imágenes de Kyosai exige de los espectadores una gran atención porque las escenas son de gran ingenio, imaginación y detalles contundentes casi como las pinturas de Bosch. Por ejemplo, en Bake-Bake Gakkō (化々學校), o “Escuela para Fantasmas”, que es una caricatura satírica de crítica al gobierno Meiji por su decisión de implementar un sistema de educación obligatoria, se puede observar que ambos demonios (arriba) y un kappa (centro) están aprendiendo un vocabulario usado en la vida diaria. Esta clase es enseñada por Shōki, el demonio rechazado, vestido con un uniforme al estilo occidental. Algunos duendes intentan entrar a la escuela (abajo), pero son rechazados por el Dios Viento. No es que Kyosai rechace a Occidente, sino que él está en contra de la idea de la imposición de la cultura Occidental en el japonés. Por eso el estilo, de esta caricatura con su desorden y confusión, su carga casi dominadora de detalles, es una expresión directa de las tensiones, sustos y dolores de un adoctrinamiento impuesto. Las pinturas de Kyosai no son hermosas, a la manera de la belleza del ukiyoe temprano. Ellas son, sin embargo, artística y estéticamente refinadas y, culturalmente, profundamente significantes. Las imágenes de Kyosai no son las fantasías del mundo flotante, a la manera soñadora del siglo XVIII o incluso la manera sobrenatural típica del siglo XIX; más bien él utiliza el material sobrenatural para los propósitos completamente mundanos, expresa la modernización con los fantasmas y demonios, y las guerras modernas con las batallas de ranas, por lo tanto son metáforas de la vida cotidiana.

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